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Arnio, el diseñador finlandés, explica como un proyecto personal se convirtió en un diseño emblemático:
“La idea de la silla era muy obvia. Teníamos que mudarnos a nuestra primera casa y yo empezaba mi carrera como diseñador free lance en 1962. Teníamos una casa a nuestro gusto pero no una silla así que decidí hacer una, realmente diferente.
Después de los primeros esbozos noté que la forma de la silla se había simplificado tanto que se había reducido a una simple pelota. Calculé la escala total de la silla mediante dibujos en la pared que mi mujer hacía para marcar la altura de mi cabeza, una vez sentado. De esta forma tan sencilla determiné la altura de la silla. Después de adoptar la forma de la pelota, el resto de líneas fueron muy fáciles de diseñar, recordando precisamente que la silla debía ser capaz de pasar a través de las puertas. Después de ésto hice yo mismo el primer prototipo, utilizando un molde interior que partía del mismo principio que los fuselajes de los planeadores. Un cuerpo de madera moldeada con papel y fibra de vidrio y un interior tapizado, además de la pata. Finalmente instalé en su pared interior un teléfono rojo. Nombrar a la silla fue la operación más sencilla: había nacido la Ball Chair.”